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Media de edad de inicio de relaciones sexuales: ¿Saben lo que queremos decir?

Jokin de Irala a, b, *, Alfonso Osorio b, c, Silvia Carlos a, b, Miguel Ruiz-Canela b, d, Cristina López-del Burgo a, b.

a Dpto. Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad de Navarra. Irunlarrea 1, 31008. Pamplona, España

b Instituto Cultura y Sociedad. Universidad de Navarra. Pamplona, España

c Dpto. Educación. Universidad de Navarra. Pamplona, España

d Dpto. Humanidades Biomédicas. Universidad de Navarra. Pamplona, España

* Contacto: jdeirala@unav.es

Traducido por Esperanza Coll. Asociación Española Profesores Planificación Familiar Natural (fertilidad@renafer.org, fpvc@provida.org)

La edad de inicio de las relaciones sexuales es una variable particularmente importante para los que diseñan políticas de salud pública. Se asocia con determinados comportamientos arriesgados, como el tener la primera relación sexual sin "protección", el mal uso del preservativo o tener múltiples parejas (concurrentes o a lo largo de la vida) (Kaestle, Halpern, Miller & Ford, 2005; Louie y col, 2009). Estos comportamientos pueden llevar a una mayor tasa de infecciones de transmisión sexual (ITS), de embarazos en la adolescencia y tener consecuencias psicológicas adversas, como sentimientos de decepción y arrepentimiento (Campbell, 2008, CDC, 200; Eshbaugh & Gute, 2008; Ma y col. 2009; Vaccarella y col, 2006; Wight y col, 2008).

A la luz del papel que ha desempeñado el retraso en la primera relación sexual y la monogamia mutua en la disminución de las epidemias por ITS (Halperin y col, 2001; Potts y col., 2008) el Programa de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA) ha introducido cambios en sus informes anuales sobre la epidemia global del SIDA: además del uso del preservativo, ahora se refieren a la edad de inicio de relaciones sexuales y la multiplicidad de parejas en diferentes países como una manera de realizar un seguimiento más global de todos los determinantes de la epidemia (ONUSIDA, 2006, 2008).

Sin embargo, la información sobre la edad de inicio de relaciones sexuales puede ser transmitida de formas diversas. Por ejemplo, ONUSIDA normalmente se refiere a la "proporción de la población entre 15 y 19 años que ha tenido relaciones a los 15 años" (ONUSIDA, 2008), mientras que otras fuentes utilizan la "media de edad de inicio de relaciones sexuales" sola o en combinación con "la proporción de los que han tenido relaciones sexuales, a determinadas edades" (Avery & Lazdane, 2008; Kaestle y col 2005; Manlove, Ikramullah, Mincieli, Holcombe & Danish, 2009; Rosenbau, 2009). Las medias de edad de la primera relación sexual son datos que carecen de precisión para

describir la extensión de la experiencia sexual a diferentes edades. Son influenciables por los valores extremos y los rangos de edad de las personas incluidas en el estudio. Por ejemplo, una posible interpretación errónea de la afirmación de que "la media de edad de inicio de las relaciones sexuales es de 15 años" es que "la mayoría" de los jóvenes de 15 años está manteniendo relaciones, cuando de hecho lo contrario puede ser lo cierto. La media de edad de inicio de relaciones sexuales obtenida de estudios epidemiológicos publicados sobre sexualidad, es habitualmente transmitida por los medios de comunicación de una manera que no necesariamente refleja los matices que subyacen en dichos datos. El público al que se dirige los medios de comunicación, como la población general y desde luego los jóvenes, pueden por tanto hacerse una idea equivocada. Afirmaciones sobre la media de edad tales como "comparado con anteriores generaciones, los jóvenes entre 16 y 20 años tuvieron las primeras relaciones sexuales a una edad más temprana, de media a los 16,5 años" (Avery & Lazdane, 2008), no especifican cuántos de ese grupo de edad tuvieron, de hecho, relaciones. Estas interpretaciones confusas de los datos epidemiológicos producen impresiones erróneas y pueden frenar intervenciones educativas y de salud pública dirigidas a retrasar la iniciación sexual en los jóvenes (Halperin y cl. 2004). Tal como afirmó Rose hace años (1992), "no tiene mucho sentido pretender que los individuos se comporten de manera diferente a sus iguales; es más apropiado cambiar las normas generales de comportamiento y las circunstancias que facilitan dichos cambios".

Para mostrar que esta confusión es posible se han utilizado los datos de un estudio internacional en marcha que examina lo que la juventud piensa y siente sobre las relaciones, el amor y la sexualidad (Proyecto YOURLIFE). Los detalles sobre el proceso de recogida de datos están descritos en otra publicación (de Irala y col 2009). Brevemente, el proyecto YOURLIFE es un estudio transversal que se está implementando en diferentes países a través de un muestreo multi-etápico de "clusters" representativos de colegios públicos y privados de los países participantes. Se utilizó un cuestionario para recoger información sobre datos socio-demográficos, características sobre el grupo de amigos, uso del tiempo libre, acceso y exposición a los medios de comunicación, sentimientos, opiniones y fuentes de información sobre relaciones, amor, sexualidad y metas en la vida.

Para comparar la "media" de edad de la primera relación sexual y la "proporción" de jóvenes sexualmente activos a diferentes edades, se utilizaron datos de El Salvador, Perú y España (N= 7011; ver Tabla 1). Las "medias de edad de inicio de relaciones sexuales" se presentan junto con su correspondiente "proporción de jóvenes que han mantenido relaciones sexuales a diferentes edades" para mostrar cómo se pueden transmitir diferentes interpretaciones cuando se utiliza una u otra. Las medias de edad se estimaron utilizando tres rangos de edad diferentes para permitir un análisis de sensibilidad: (1) los rangos de edad realmente disponibles en cada lugar de estudio, (2) los rangos más próximos al rango 15-19 utilizado por ONUSIDA y (3) el rango de edad común a los tres países cuyos datos se utilizaron.

En todas las estimaciones de la media de edad de la primera relación sexual que se presentan en la tabla, el valor medio real es compatible con el hecho que la mayoría de los jóvenes con edades próximas a ese valor medio aún no han mantenido relaciones. El uso de valores medios podría estar, por tanto, transmitiendo un mensaje erróneo. De hecho, en todos los países que aparecen en la tabla, menos del 25 % de los jóvenes con edades cercanas a la media de edad de inicio de relaciones sexuales habían comenzado a tenerlas. La media de edad de la primera relación sexual se estimó, utilizando únicamente sujetos que ya habían mantenido relaciones sexuales, mientras que la proporción de jóvenes que ya habían iniciado las relaciones sexuales se obtuvo utilizando como denominador el total de jóvenes de cada grupo de edad. En todos los casos, la información más exacta y menos engañosa para conocer el alcance de la iniciación sexual a una edad determinada, parece ser la proporción de jóvenes sexualmente activos a diferentes edades.

Algunos autores utilizan la media de edad de inicio de sexual con intervalos de edad más cortos (Ma y col., 2099). Esto tiene la ventaja de obtener medias de edad más cercanas a las edades examinadas en el intervalo de edad, pero no elimina el efecto engañoso de transmitir que "la mayor parte" de los jóvenes de esas edades han tenido relaciones sexuales cuando lo contrario es cierto, como en el caso de los datos españoles de la tabla, con intervalos cortos de edad.

El uso habitual de la media de edad de inicio sexual en la literatura científica y, consecuentemente, en los medios de comunicación, sugiere que no se están teniendo en cuenta adecuadamente estas posibles interpretaciones erróneas. Los estudios que utilizan la media de edad de inicio sexual utilizan habitualmente rangos de edad que no

incluyen a aquellos que se inician sexualmente a edades superiores o que nunca se han iniciado. Esto sesga la interpretación de dichos valores medios.

Los datos presentados en la tabla muestran claramente que la proporción de jóvenes sexualmente activos puede ser muy baja en edades cercanas a la media de edad de inicio sexual y confirman que el uso de esta media puede inducir a error. La mala interpretación de los datos es verdaderamente real cuando se utilizan dichas medias de edad de inicio sexual. Este hallazgo es consistente y no se modificó cuando se utilizaron diferentes rangos de edad para estimar las medias. Los datos utilizados para estimar estos porcentajes y las medias no eran artificiales, y provenían de diferentes países en los que se utilizó una metodología similar. Además, estos datos eran representativos de los estudiantes de los respectivos países. Sin embargo, la proporción de jóvenes sexualmente activos siempre tenderá a ser bajo, a edades cercanas a la edad media de la primera relación sexual, con cualquier dato utilizado habitualmente en estudios epidemiológicos sobre los jóvenes. En el contexto de dichos estudios, la distribución de la edad media de la primera relación sexual siempre estará sesgada. Por tanto, la edad media de la primera relación sexual nunca será consistente con que "la mayoría de jóvenes cercanos a esa edad hayan tenido ya relaciones sexuales".

Que nosotros conozcamos, nadie ha mostrado, utilizando datos reales, que el uso de la media de edad de inicio sexual puede inducir a error, especialmente cuando esta información es transmitida sin especificar, a la vez, el porcentaje de personas sexualmente activas de cada grupo de edad. Si los datos sobre inicio sexual se transmiten a la población de una manera más precisa y clara se ayudará mejor a los especialistas de políticas sanitarias y a los responsables de educación sanitaria que intentan transmitir la importancia de retrasar la iniciación de la actividad sexual entre los jóvenes. Por tanto, nosotros recomendamos usar los porcentajes de jóvenes, que a diferentes edades, han iniciado las relaciones sexuales, en lugar del uso de medias de edad. Esto reducirá la confusión, ayudará a evitar interpretaciones erróneas y proporcionará una fuente adicional, muy necesaria, de apoyo a los jóvenes. Todo ello otorga a políticas de salud pública una mayor posibilidad de éxito.

 
FUENTE:

De Irala J, Osorio A, Carlos S, Ruiz-Canela M, López-del Burgo C. Mean age of first sex: Do they know what we mean? Arch Sex Behav 2011. DOI 10.1007/s10508-011-9779-4

 

El artículo se puede citar así:

De Irala J, Osorio A, Carlos S, Ruiz-Canela M, López-del Burgo C. Mean age of first sex: Do they know what we mean? Arch Sex Behav 2011. DOI 10.1007/s10508-011-9779-4

  



 

  

 

comenzado a tenerlas. La media de edad de la primera relación sexual se estimó, utilizando únicamente sujetos que ya habían mantenido relaciones sexuales, mientras que la proporción de jóvenes que ya habían iniciado las relaciones sexuales se obtuvo utilizando como denominador el total de jóvenes de cada grupo de edad. En todos los casos, la información más exacta y menos engañosa para conocer el alcance de la iniciación sexual a una edad determinada, parece ser la proporción de jóvenes sexualmente activos a diferentes edades.  

 

El artículo se puede citar así:

De Irala J, Osorio A, Carlos S, Ruiz-Canela M, López-del Burgo C. Mean age of first sex: Do they know what we mean? Arch Sex Behav 2011. DOI 10.1007/s10508-011-9779-4

 

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