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El pensamiento personaista

Juan Manuel Burgos Velasco.

 Presidente de la Asociación Española de Personalismo

 

1. LA FILOSOFÍA PERSONALISTA

El objetivo de estas reflexiones es esbozar de modo muy somero algunas características fundamentales de la bioética personalista. Para ello comenzaré describiendo los rasgos de la filosofía personalista que surge en la Europa de entreguerras con el objetivo de ofrecer una alternativa al individualismo y al colectivismo(1). Frente al primero, que exalta a un individuo meramente autónomo, remarca el deber de la solidaridad del hombre con sus semejantes y con la sociedad; y frente al segundo, que supedita la persona a valores abstractos como la raza o la revolución, remarca el valor absoluto de cada persona concreta e individual. A Mounier (1905-1950) se le considera con razón el fundador de la filosofía personalista pues definió sus contenidos principales y generó el movimiento cultural que posteriormente se transformó en escuela filosófica(2). El personalismo de Mounier tiene, de todos modos, unos rasgos específicos y a la escuela que los sigue de cerca se le denomina personalismo comunitario. El personalismo incluye, además de esta línea, a un importantísimo conjunto de filósofos que han acumulado un legado cultural de enorme riqueza. Algunos de los filósofos más representativos que conforman la nómina personalista son: Martin Buber, Maritain, Nédoncelle, Pareyson, Edith Stein, Emmanuel Lévinas, Karol Wojtyla, Romano Guardini, Gabriel Marcel, Julián Marías, Ricoeur, Xavier Zubiri y Dietrich Von Hildebrand(3).

 

2. ALGUNOS RASGOS DE LA FILOSOFÍA PERSONALISTA

La característica definitoria de toda filosofía personalista es que el concepto de persona constituye el elemento central de la antropología, lo cual significa, no solamente que se menciona o se utiliza, sino que constituye el pilar central de la arquitectura conceptual o, en otros términos, que el resto de las dimensiones humanas se establecen en dependencia del concepto de persona. Partiendo de esta base, imprescindible en cualquier filosofía personalista, se pueden señalar, además, las siguientes características.

- Insalvable distinción entre cosas y personas y necesidad de tratar a éstas últimas con categorías filosóficas propias.

Por el peso de la tradición griega, la filosofía occidental, y en particular la escolástica ha tendido a elaborar conceptos antropológicos pensando principalmente en objetos o animales, para después aplicarlos al hombre. El resultado es que lo específico humano ha quedado como oscurecido y encorsetado porque se ha tematizado al hombre como una cosa o un animal sólo que con unas características especiales. Pero la realidad es que la persona es esencialmente distinta de los animales y de las cosas y que, incluso en aquellas dimensiones en las que pueden parecer más similares, como las físicas o sensibles, difieren profundamente. Por eso, necesita unas categorías filosóficas propias y exclusivas que se deben forjar a partir de un análisis filosófico-experimental de corte fenomenológico.

- Carácter autónomo, originario y estructural de la afectividad

Siguiendo las propuestas de Scheler y von Hildebrand, el personalismo estima que la afectividad es una estructura esencial, originaria y autónoma de la personas y que, al menos en algunos aspectos, posee una dimensión espiritual. Un hombre sin sentimientos, sin afectividad, sin corazón, no es un hombre real(4).

- Las relaciones interpersonales: dialogicidad del mundo

El personalismo ha asumido plenamente la aportación realizada por la filosofía del diálogo acerca del carácter y de la importancia de las relaciones interpersonales. La relación, último accidente para Aristóteles, resulta así ser esencial en la filosofía, y, particularmente, la relación interpersonal: el complejo, profundo y apasionante proceso descrito por Buber que hace interactuar al Yo frente al Tú(5), o el encuentro descrito por Guardini. De este modo, el personalismo comprende y asume que el hombre se hace hombre sólo frente al hombre, se hace yo-sujeto frente al tú-sujeto, no frente al tú-objeto. Como es sabido, Lévinas ha desarrollado la formulación más radical de esta dialogicidad elaborando una quasi-metafísica dialógica del mundo: el diálogo precede al ser y, por eso, la ética está antes que la metafísica y que la ontología(6).

La relevancia de este punto ha dado lugar a dos escuelas dentro del personalismo: la ontológica y la dialógica, según se conceda mayor prioridad a la persona o a la relación. En principio, ambas son perfectamente compatibles, diferenciándose sólo en una cuestión de matiz. Hay, sin embargo, posiciones minoritarias que tienden a exacerbar la separación señalando, por ejemplo, que la persona se constituiría radicalmente en la relación, algo que no es aceptado no solo por la posición ontológica, sino ni siquiera por el mismo Buber.

- Relevancia de la libertad y el amor

Aunque la inteligencia es una realidad fundamental en la vida del hombre, para el personalismo no es la potencia fundamental; por encima del conocimiento están los valores morales y religiosos o, en términos de potencias, la libertad y el corazón, de quien dependen las decisiones morales y la capacidad de amar. Este planteamiento tiene importantes consecuencias filosóficas comenzando por la revalorización de la acción. Una exaltación exacerbada de la inteligencia conduce a una autoclausura en el estudio de los procesos cognitivos olvidando la teoría de la acción y la praxis humana. La insistencia del personalismo en la relación y en la actividad moral del hombre le orienta, por el contrario, al estudio de las múltiples dimensiones en las que se despliega la actividad humana. Fruto de este planteamiento es el tratamiento de temas como la acción, el amor, el trabajo, la actividad creadora en el ámbito estético (pictórico, poético, etc.)(7), y el desarrollo de conceptos de filosofía social y, sobre todo, de filosofía política.

- Corporeidad. Sexualidad. El hombre como varón y mujer

Otro elemento característico del personalismo es la tematización de la corporeidad humana. Su consideración global de la persona y su acercamiento fenomenológico al cuerpo humano le permite descubrir la riqueza de matices y la importancia que tienen todos los aspectos corporales. La corporalidad abre el camino hacia el tratamiento de la sexualidad (ver, por ejemplo, los trabajos de Wojtyla y Marías(8)), y esta conduce a su vez a otro gran tema: la dualidad varón-mujer, un hecho obvio, pero del que la filosofía se ha hecho eco sólo muy tardíamente. Todo ello abre un amplio panorama temático característico del personalismo: la reflexión sobre la mujer bien en cuanto persona bien en aspectos determinados: corporalidad, razón, sentimientos(9); el estudio de las relaciones entre el hombre y la mujer regidas por la ley de la atracción y la complementariedad; el proceso de enamoramiento, la formación del matrimonio y de la familia, etc. Conviene hacer notar, por último, que para el estudio de esta amplia temática, además de los instrumentos técnicos que surgen al reflexionar sobre la corporalidad y la sexualidad, el personalismo cuenta con las herramientas filosóficas elaboradas al estudiar la relación interpersonal en general: la relación yo-tú.

- Por último, se podrían añadir otros rasgos que no vamos a desarrollar, pero también de gran trascendencia: el carácter narrativo de la persona (muy útil en algunas discusiones bioéticas), la relevancia de la subjetividad, el uso del método fenomenológico, etc.

NOTAS


1. Para una primera profundización en la corriente filosófica remito a J. M. BURGOS, El personalismo. Temas y autores de una filosofía nueva (2ª ed.), Palabra, Madrid 2004, y para la antropología subyacente a J. M. Burgos, Antropología: una guía para la existencia, (2ª ed.), Palabra, Madrid 2005. Ambos textos ofrecen amplia bibliografía. Cfr. también A. RIGOBELLO, Il personalismo, Città Nuova, Roma 1978; C. DÍAZ, Qué es el personalismo comunitario, Mounier, Salamanca 2002; Treinta nombres del personalismo, Mounier, Salamanca 2002; J. M. BURGOS, J. L. CAÑAS y U. FERRER (eds.), Hacia una definición de la filosofía personalista, Palabra, Madrid 2006; A. DOMINGO MORATALLA, Un humanismo del siglo XX: el personalismo, Pedagógicas, Madrid 1985.

2. Toda su obra es importante pero una síntesis breve y acendrada de su pensamiento se encuentra en E. Mounier, El personalismo, ACC, Madrid 1997.

3. Se puede buscar información sobre estos autores en http://www.personalismo.org/

4. Cfr. D. Von Hildebrand, El corazón (4ª ed.), Palabra, Madrid 2004.

5. La obra fuente en este terreno es M. Buber, Yo y tú, Caparrós, Madrid 1998, pero el tema se encuentra tratado en casi todos los personalistas.

6. Cfr. E. Lévinas, Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca 1995.

7. En estética son especialmente importantes los trabajos de Maritain y de Pareyson.

8. En especial J. Marías, Antropología metafísica y K. Wojtyla, Amor y responsabilidad.

9. Cfr., entre otros muchos textos que se podrían mencionar, E. STEIN, La mujer (2ª ed.), Palabra, Madrid 1999 y G. PAOLA DI NICOLA, Reciprocidad hombre/mujer: igualdad y diferencia, Narcea, Madrid 1991.

NOTA: Cfr. http://www.observatoriobioetica.com/

Ante los desafios que la ciencia nos plantea día a día es importante hacer una profunda refelxión de caracter ético-filosófico que nos permita valorar en su justa dimensión cada "avance"; defendiendo en todo momento la dignidad de la persona humana.

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